El Síndrome de Casandra II: El Chófer

A veces nos preguntamos, y las respuestas las tenemos delante de nosotros.

Cuando uno pierde el sentido de lo que hace, es por que no es consciente de porqué lo hace. Probablemente, la tarea llevada a cabo no nace en él mismo. Es un yo impuesto externamente.

Este yo autoimpuesto, termina devastando la personalidad real, que termina reprimida en un cajón mental. Éste no lo volvemos a abrir hasta que encontramos la llave en nosotros mismos con la consciencia plena de toda nuestra vida. Puede que la encontremos, o que se pierda por siempre en el baúl de nuestra alma.

Mientras estamos inmersos en esa búsqueda, la personalidad, muerta por esta dominancia externa, la gobierna el pensamiento guiado por el de otros, sin valorarse a sí mismo. Se deja conducir por los caminos de la vida por un chofer. Si, es más cómodo, pero nos hace ser menos consciente de lo que nos rodea. En esta búsqueda, normalmente, seguimos la máxima de Paulo Coelho: “si no luchas por tus sueños, lucharás por los de los demás” ya que al chófer seguramente le guste lo que hace, o puede que no y entonces estamos en un bucle kármico sobre la existencia humana. Quizás nos lo podría explicar mejor Kierkegaard.

A veces, sin nada qué hacer ni nada que decir, uno se siente más perdido cuando es en ese momento, en el que se valora que es lo que se quiere hacer.

Uno debería saber cuando levantarse y hablar y cuando sentarse y escuchar. Conocer este hecho, te permitirá contemplar las huellas del pasado en el presente. El ser consciente de ello, como diría Sastre, nos hace ser mas nosotros mismos y plantearnos si queremos que nos deje llevar un chofer o guiar nosotros el coche de nuestra vida.

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